Firmas invitadas

La pandilla del tatoo

Por Chomin AlonsoFecha: 11/05/2008

Chomin Alonso reflexiona sobre la vida en el campo, y sobre como la enfocan unos y otros, a los que les gusta el campo y los que llegan a él con la ciudad agarrada en sus entretelas.

Una breve explicación

Se inaugura esta Sección de Firmas Invitadas con unas palabras de Chomin Alonso en las que reflexiona sobre la vida en el campo, sobre los motivos que llevan a unos y otros a vivir en ese lugar tan poco concreto que se ha llamado el campo, y que las gentes viven de formas tan diferentes, unos de forma gozosa, otros presumiendo de status y otros quizás expulsados de la ciudad y de forma resignada.

¿Por qué elegí a Chomin Alonso para inaugurar esta sección? Podía haber elegido a un político local de Colmenarejo, con varios de los cuales y de varios partidos políticos me une cierta amistad, podía haber elegido a alguno de mis compañeros de Universidad con gran prestigio académico y acreditada trayectoria conservacionista, lo que dadas mis aficiones hubiese sido bastante adecuado, o podría haber elegido a ese amigo famoso que todos tenemos, pero elegí a Chomin.

Chomin es una de las personas más cultas que conozco. Es culto y cultivado. Es un excelente orador y mejor conversador, le interesan miles de cosas y las sigue con profundidad y pasión. Le interesa, por ejemplo, el mundo de la hipnosis (y el que quiera comprobarlo no tiene más que pinchar aquí), le interesan las Utopías con mayúscula como la de Tomás Moro, le interesan el fenómeno de la esclavitud del hombre por el hombre, le interesan los autores clásicos y la historia del Capitán Contreras, devora el Oráculo manual y arte de prudencia de Gracián y siempre tiene un libro en las manos. De muchas de estas cosas hemos hablado, a bastantes me ha abierto él los ojos y desde luego siempre me he sentido enriquecido con estas conversaciones.

Chomin es una cabeza en ebullición de la que nacen continuamente nuevas ideas. Muchas de las actividades realizadas por la Asociación de Vecinos salieron de él, y pienso en la Noche de San Juan, el Mercado de Trueque, el Árbol de los Deseos, las Visitas a los Museos, o ya en otro ámbito las Cenas Republicanas de Colmenarejo. Su optimismo y vitalidad empujan a los demás a hacer las cosas más insospechadas.

Pero sobre todo he elegido a Chomin porque es mi amigo. Nuestra amistad viene de lejos y ha tenido altos y bajos, a veces muy muy altos y otras muy muy bajos Ha habido momentos de discusión y momentos de sosiego, pero la amistad siempre ha estado ahí, su balance ha sido siempre positivo, y tengo que reconocer que con pocas personas he disfrutado más hablando de lo divino y de lo humano.

Chomin me ha acompañado por muchos caminos de este pueblo, ha recorrido y buscado conmigo, plano en mano, muchas de nuestras Vías Pecuarias, cuando se hizo una necesidad conocer aquello de los que se quería hablar para mejor defenderlo y no quedó más remedio que lanzarse a patear caminos. Chomin estuvo en muchos a mi lado. Me soportó pacientemente cuando le hablaba de pájaros, de árboles, de cañadas o de coladas, siempre atento y curioso, a veces un poco sorprendido de que hubiese tantas sorpresas y se pudieran ver tantas cosas en un simple paseo.

Por eso he elegido a Chomin, y por eso me gustaría que el texto que nos ha escrito fuera del agrado de los visitantes de Amigos de Colmenarejo.

 

Chomin Alonso en una Mesa Redonda sobre el futuro de la izquierda

 

La pandilla del tatoo

Chomin Alonso

Al poco de pasar de Madrid y asentarme con mi familia en Colmenarejo, le dije a mi querido médico de cabecera, no se si todavía se llama así, Venancio Díaz Castán, literato  a la antigua y entrañable persona.  "Aquí se vive de perlas".

Venancio me miró descreído y me dijo como un nuevo oráculo ribagorzano " Nunca he tratado tantas depresiones".

Cierto que Venancio no es la alegría de la huerta, pero una afirmación tan rotunda a un recién llegado era como para pensarse el cambiar de padrón.

"Mucha gente viene aquí huyendo de algo- continuó- con la creencia de que por cambiar de domicilio se les va a arreglar, y no es verdad"

No era mi caso y eso me tranquilizó. Al poco cambie el padrón.

En alguna ocasión he recordado esta conversación y siempre he obtenido la misma respuesta: "¡Qué me dices! ¡Qué barbaridad!¡Eso es una exageración!" Y bueno, lo mismo que dice Venancio ya lo decía Kavafis : que es una filfa pretender ir a una mejor ciudad si llevas la ciudad en ti.  

Cierto. Muchos de los nuevos pobladores han venido guardando la ciudad en su corazón como un bordado de mil puntadas, que ni con tijeras pueden quitar. Un bordado de imaginería, un puritito ensueño, que poco tiene que ver con la realidad. 

Ellos venían buscando otra cosa: casas baratas, casas fardonas, de farolón, de figurón. Casas que les cambiasen unas vidas que ni ellos mismos no pueden cambiar.

Cuando paseo y veo las nuevas urbanizaciones de mi pueblito, y a la nueva gente que va y viene y lleva bordada la ciudad en su corazón, pienso que mi querido Venancio tiene razón y que da lo mismo vivir en los viejos barrios de la ciudad de  toda la vida, de casas encanecidas, que en el nuevo chalet de verde praderita y 4x4 a la puerta con muebles de Ikea, o en ese apartamentito todo apiñado y un BonoBus a dos horas de donde quieras ir y venir. 

Y claro que sí. Para el que no se a desprendido del humo, el ruido, el estrés... para aquel que le importan un bledo los pajaritos, o le da asco mancharse de barro los zapatos. Para aquel que tomar Prozac es igual que si fuera una bolsa de chuches. Vivir en los nuevos arrabales de Madrid: en Colmenarejo debe ser un gran coñazo.

Otros no. Para estos vivir aquí, es estar en contacto con la naturaleza, y agradecer que sea tan bella, y tan cercana. Es mirar al cielo y ver nubes y estrellas y aviones. Ver llover, sentir el viento. Fijarse en el amarillo de una oropéndola. Mirar como se zambullen a los cormoranes. Tomar una cerveza en la Familia y preocuparse por algún amigo. Ver crecer a los niños, ya no tan niños, protegidos y cuidados. 

¿Para los otros puede que también?

¿Qué diferencia entonces a los unos de los otros?: Muy fácil: el tatoo que llevan en el corazón corazón. Como el toro que llevan los coches.

Me explico: Darío, otro Díaz, tiene el Tatoo que dice "Me gusta esto" y también lo tiene Vicente y Mar, Enrique y Carmen, y Lola y Juan y Mari y Sara y Paula y Naima y Marina y Pilar y Pablo y Babel, y Alfredo y Olga, Isabel y Fabio, y Jorge, Iria y Dolores, Alba, Manolo, Marisol y tantos otros. 

¡Qué curioso! Todos ellos son mis amigos. Son la pandilla del tatoo. Y les gusta vivir aquí.

Los otros llevan el corazón, de tan cosio, partio.

Ah en la pandilla el primero es mi querido Venancio.


 

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Opiniones

hermano

Por: luis gaviria alonso - 24/02/2016

Quisiera saber algo de Txomin. Hece muchos años que no se nada de el. Podríais facilitarme su e.mal?

Quiero apuntarme

Por: Irene - 11/05/2008

¿Admitís gente en la pandilla? Me gustaría apuntarme

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