Firmas invitadas

Se acabó la pesadilla

Por Chomin AlonsoFecha: 24/11/2008

¡Se acabó la pesadilla!

Chomin Alonso

 

 

Nadie se preocupa por el campo, por la tierra que nos rodea. La gente de hoy está más interesada por los osos del ártico y de si disponen de la suficiente comida de focas grasientas y vivas. Hoy nadie se preocupa por el campo, que empieza cuando termina nuestro pueblo. Los animales que lo recorren no suelen comer focas, se alimentan de basura o de  los restos que tiramos. Puede parecer triste y duro esto que digo, pero es cierto. Y lo vemos cada día cuando las urracas se alimentan de los restos de animales atropellados en la carretera. No quiero ponerme trágico, ni desalentaros por el mundo que dejamos, pero es cierto esto que digo. Tan cierto como que hay personas, que miran con un especial cariño el campo que rodea sus casas. Entre estos está la gente de mi pandilla.

Quiero contaros una de sus tareas. Una tarea que les ha llenado de quebraderos de cabeza. Ellos podían haberse quedado en sus casas, preocupados por los osos polares, o por los  cocodrilos gigantes de Masai-Mara, pero decidieron preocuparse por lo que ven a simple vista: del campo que les rodea.

Hay gente en nuestro pueblo, que es ciega, la ambición ciega, y que sólo quieren lo que toman en cada desayuno, o lo que ven cuando reciben el extracto de la cuenta de su banco. Es gente que de tanto desear la riqueza se vuelve miserables. No digo que esta gente sea miserable, digo, que lo que les hace ser miserables es que son ciegos de corazón.

Esta gente, como las urracas, se confunden y al ver algo brillar, piensan que es oro, cuando no. Así les pasa. Por la mañana miran el campo y ven oro. ¡Ingenuos! Como simples adolescentes piensan que viviendo en el mundo de sus sueños, sus sueños se harán realidad. ¡Pobres! Pero no quiero seguir con ellos. Me aburren, siempre con sus mismas preocupaciones de tener más y más "oro del que cagó el moro". ¿Por qué será que cuando les veo siempre les veo iguales? Un poco más viejos, pero iguales.

La gente de mi Pandilla, en cambio, mira el campo y sólo ve campo. Cuando pasea por él, camina por la tierra. Cuando respira su aire, siente que vive.

La gente de mi Pandilla decidió hacer frente a estos otros. Se puso delante de sus sueños. Firmes, seguros, apoyados en su convicciones. Y han logrado que el PGOU, el tonto sueño de una niña pequeña, se esfume como una pompa de jabón.

Muchos les agradecemos lo que han hecho. Su esfuerzo, su preocupación. Otros les continuaran llamando "pisaterrones". Hay que tontos y que necios son.

¡Ya ha terminado la pesadilla!

La gente de mi Pandilla es buena gente y me gustan sus sueños.


 

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